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Caza de zombies - año 123

 

Agarrando mi escoba del santo Ash y mi pase de guardián de la cripta caminé bajo el gran portal de entrada en el cementerio de Toronto hacia la terrorífica y emocionante aventura que es cazar zombies! Luego de unos minutos terminé de descender la larga escalera que lleva hacia las catacumbas. Sentí un gran alivio al ver a algunos de los amigos con los que había quedado de ir de cacería, Mariano, Alma y Roland. Las primeras rondas de zombies se hicieron esperar un momento pero cuando pensé que tendríamos que avanzar a buscar a nuestras víctimas vimos que venía una horda a nuestro encuentro, BANG! muchos fueron cayendo antes de estar cerca a nosotros, pero irremediablemente la distancia se iba acortando, hasta que los tuvimos prácticamente encima, y comenzaron los arañazos.

Por momentos deseaba que mi instinto me llevara y morderlos a todos, pero su olor pestilente me da asco y de un plumazo borra esa idea de mi cabeza, aunque si miramos a mis amigos.. vaya que si me daban ganas de morderles en medio de la matanza, donde cada uno intentaba esquivar a cada zombie que se acercaba con similares intenciones a las mías

Con el paso de las horas entraron Thom, Adela Zara, Pal y Carola también a cazar a nuestro lado, un grupo más nutrido que hacía que los zombies se lo pensaran dos veces al atacarnos pero al ser más cazadores, había menos presas para cada uno, nos movimos un par de veces para encontrar mas zombies. Al final de la tarde estuve al lado de Thomela y vi como caía Thom herido en los brazos de Adela por los mordiscos y arañazos propinados por los zombies y ella lo besaba tratando de animarlo... pero no funcionó. Tiempo después Pal lo revivió un poco para continuar cazando juntos.

Mi cacería terminó a las 7 pm, habiendo exterminado 1800 zombies. Siento que me fue bien pero hubiera querido cazar algo más. En mi mente podía imaginar mi mánager esperando nerviosamente mi regreso para saltar al escenario del concierto en Musicon Club

Bóveda de zombies

 La semana pasada me aventuré a entrar en la cripta del inframundo con un par de amigas, Cristina Satan y Lupita Robles, nuestro objetivo: Llegar al final de esta aventura y reclamar una dulce recompensa! 

Preparativos

Mi amiga Puck me prestó su super escopeta con munición infinita (!) y como si fuera poco también me prestó su amuleto de Kobe, este es el equipo que había escuchado que se necesitaba. Pasé por una tienda y me compré un buscador de zombies, algo indispensable para visitar el nido donde habitan estos seres. Otro amigo, Alejandro, me prestó su llave del inframundo. No se puede ir así como así a este tipo de lugares. Como podrán darse cuenta, ya tenía todo lo indispensable para tratar de conquistar la bóveda de los zombies y no morir en el intento. Dejé en mi jet la mayoría de mis pertenencias, no quería que mis cosas quedaran llenas de sangre y tripas de zombie. Saludé a Cris y a Lupita unos minutos antes de entrar a la bóveda y terminamos de hacer los preparativos. Nos íbamos a enfrentar a una legión de bestias hambrientas y lo único que nos iba a alejar de la muerte eran nuestras armas.  Por un momento me cuestioné el matar a este tipo de seres ya que también son sobrenaturales, como yo. Son como primos lejanos, hambrientos de cerebros y carne humana, y de otros animales y mi esencia es básicamente esa, la eterna sed de sangre humana que es vital para mi supervivencia.  Con esta ambivalencia usé mi llave del inframundo, ya estaba en el gran portón oxidado con mis amigas, no era el momento de arrepentirse. Tomamos una gran bocanada de aire y entramos.

En la cripta

Casi ni había acabado de entrar al lugar cuando un zombie se abalanzó a mi tratando de arañarme! Gracias a mis reflejos logré esquivarlo y a continuación alisté mi super escopeta, no iba a dejar que estos seres inferiores me hicieran mella, no sin que se fueran al infierno. Con cada paso se escuchaba el tronar de las armas de mis amigas y la mia y decenas de cadáveres se fueron acumulando a nuestros pies. Cada una aguardó en un altar distinto. Nos habían dicho que teníamos que escuchar una música celestial para seguir avanzando a la siguiente bóveda. Interpreté eso como el gesto de aprobación de Kobe a nuestra labor. Luego de casi una hora de recibir arañazos, mordiscos y sembrar mucha más muerte, mis amigas y yo escuchamos las campanas celestiales y corrimos hacia el siguiente portal. Allí Lupita nos curó brevemente del virus zombie que ya comenzaba a afectarnos. 

La siguiente etapa consistía en hacer sonar un gong, y de ahi avanzar hacia otro que replicara el mismo sonido (hay más de una decena!), luego de un tiempo considerable de estar matando zombies escuché esa música celestial nuevamente y pude seguir a la siguiente bóveda, en esta habitación cada una de nosotras iba por su cuenta, como en el resto del camino, pero de vez en cuando les gritaba preguntando si todo iba bien. 

La tercera bóveda era una cámara con muchos pilares, una cripta llena de sorpresas desagradables cada vez que daba un paso, y a cada paso no había vuelta atrás. Aquí avancé muy rápido, y al final de la habitación toqué el portal que me llevaría a la siguiente cámara, y me sorprendió dándome un logro llamado Ensayo y error! Continué mi camino feliz porque Kobe al parecer guiaba mis pasos y me había bendecido subiéndome la salud y el ánimo a tope!

La cuarta parte del largo camino que es esta aventura era unos cuantos riscos con pequeños muros, entre los riscos había una especie de puentes en mal estado, y abajo sólo había una oscuridad bastante inquietante. Entre los riscos volaban unos seres mitológicos que jamás creí ver, arpías. Otras primas lejanas. Escondida detrás de uno de los muros con mi escopeta y apretando mi amuleto de Kobe esperé a que una de esas arpías se acercara intentando entablar una conversación, tal vez podría convencerla que no me atacara. Pero ella lo hizo tan pronto vio mi escopeta y tuve que huir a mi escondite de nuevo. Así como estaban las cosas, tendría que ir de risco en risco escondiéndome, hasta la puerta que se veía lejana aún. Pasé muchísimo tiempo esperando a saltar de muro en muro sin que me vieran, a ellas no se les puede engañar de ninguna forma y no tienen compasión. Luego de no sé cuanto tiempo, al fin llegué al portal que me llevaría a la quinta bóveda! Me apresuré a salir de allí, no creo que hubiera algo peor que aquellos seres alados infernales. 

Esta siguiente habitación es llamada el corredor de los espejos y muchos dicen que es bastante confuso y enloquecedor porque nada parece tener sentido allí. Bueno, aquí no tuve problemas porque no veo mi reflejo hace muchos años! Caminé por el sitio sintiéndome la ama del lugar, y llegué a la siguiente puerta sin problemas, aparte de los constantes arañazos y mordeduras que algunos zombies lograron propinarme. Al fin avanzaba a la sexta y última bóveda! 

Este último lugar abandonado de la mano de Kobe era en sí muy pequeño comparado con los anteriores.  Al parecer era una cripta de un caballero templario, en las paredes pobremente iluminadas se podía ver rastros de los símbolos de su orden. Con paso decisivo me dirigí al sarcófago que se encontraba en la mitad del recinto, al abrirlo encontré el tesoro que había ido a buscar: la escoba de fuego del Santo Ash.  Es como la super escopeta que mi amiga Puck me había prestado! así que la tomé, le agradecí a Kobe por sus bendiciones durante todo el largo camino hacia mi destino, toqué un orbe que había en el sarcófago y regresé teletrasportada a uno de los parques de Tromso con el logro de haber conquistado la bóveda completa.

Al haber vuelto a la civilización, un amigo me envió la cura contra el virus zombie, me inyecté  el vial y fui a buscar la ducha más cercana, la peste de tanta muerte, sangre y sesos me ahogaba.